¡Ballenas: Las grandes fertilizadoras de los océanos!

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Cortesía: nationalgeographic.com.es

Un nuevo estudio revela el crucial papel de las ballenas en la salud de los océanos, destacando su impacto en la distribución de nutrientes a través de sus desechos.  Contrario a lo que se podría pensar, estas criaturas gigantes no solo fertilizan las aguas superficiales con sus heces, sino que transportan toneladas de nutrientes a vastas distancias mediante su orina, piel, y hasta sus propios cadáveres.

Esta idea, aunque no completamente nueva, se amplía en este estudio.  Investigaciones previas ya habían demostrado la importancia de las heces de ballenas en el crecimiento del plancton, pero esta nueva investigación profundiza en el impacto de otros desechos, incluyendo la orina, la piel desprendida, y las placentas.

El estudio, publicado en Nature Communications, cuantifica este impacto.  Se estima que las grandes ballenas, como las francas, grises y jorobadas, transportan anualmente unas 4.000 toneladas de nitrógeno a zonas costeras tropicales y subtropicales, enriqueciendo áreas con pocos nutrientes.  Este transporte se realiza desde las aguas frías y profundas donde se alimentan hasta las aguas cálidas costeras donde se reproducen.

Joe Roman, biólogo de la Universidad de Vermont y codirector del estudio, explica que este movimiento de nutrientes es vital para el crecimiento del fitoplancton, la base de la cadena alimentaria marina, beneficiando a una gran variedad de especies, desde peces e invertebrados hasta tiburones.

Además del nitrógeno, las ballenas aportan más de 45.000 toneladas de biomasa.  El estudio destaca que antes de la caza masiva de ballenas, este aporte podría haber sido tres veces mayor, subrayando el impacto negativo de la actividad humana en la salud de los océanos.

El estudio utiliza el ejemplo de las ballenas jorobadas que migran del Golfo de Alaska a Hawai para ilustrar este fenómeno.  En el Santuario Marino Nacional de Ballenas Jorobadas de las Islas Hawaianas, la contribución de nutrientes de las ballenas duplica la de los procesos físicos locales, creando lo que los investigadores llaman la «gran cinta transportadora de ballenas».

Este «embudo» de nutrientes se produce porque las ballenas se alimentan en vastas áreas pero se concentran en zonas más reducidas para la reproducción.  Se cree que prefieren aguas poco profundas y arenosas para facilitar la comunicación entre madres y crías, protegiéndolas de depredadores como las orcas.

En resumen, el estudio resalta la importancia de las ballenas como impulsoras de la productividad oceánica, no solo a través de sus heces, sino también mediante el transporte de nutrientes a través de una variedad de desechos, un proceso que ha sido significativamente reducido por la caza de ballenas.

Con información de Listín Diario

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