Consumir placenta puede no ofrecerte los beneficios para la salud que algunas personas afirman, pero según The Conversation, utilizarla como vendaje podría ser efectivo.
La placenta es un órgano que se forma durante el embarazo y que suministra nutrientes al feto a través del cordón umbilical. Generalmente, es de gran tamaño y tiene una forma relativamente plana, compuesta de vasos sanguíneos, células madre e inmunitarias, y colágeno. No resulta muy apetecible para la mayoría de los individuos, y quienes han probado la placenta suelen describir un sabor o aroma desagradable.
No obstante, a inicios de los años 2000, la idea de que las madres consumieran su propia placenta después del parto, argumentando beneficios para la salud y mejora del estado de ánimo, recibió atención mediática. Esta tendencia normalmente implica encapsular la placenta para consumirse en forma de pastillas, y hay incluso empresas que ofrecen productos a medida o kits para que las personas lo hagan por su cuenta en línea.
Aunque algunos mamíferos ingieren su placenta por la escasez de recursos nutritivos en su entorno, no está claro qué ventajas podrían tener los humanos al consumirla.
Si se hierve y deshidrata, los componentes beneficiosos de la placenta pueden ser alterados y disminuirse. Si se consume en estado crudo, puede haber patógenos en su superficie. En 2016, luego de que un recién nacido fuera hospitalizado en varias ocasiones por una infección posiblemente relacionada con el consumo de placenta por parte de su madre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) aconsejaron no consumir las cápsulas de placenta.
No puedo comentar sobre el sabor de la placenta por experiencia propia. Sin embargo, como bioingeniero que trabaja en el diseño de materiales para regenerar huesos y otros tejidos dañados, junto con mis colegas, hemos llegado a una mejor comprensión sobre los beneficios que la placenta podría aportar como biomaterial para la cura de heridas, si se utiliza adecuadamente.
Placenta como biomaterial
Los biomateriales son sustancias diseñadas para interactuar con el organismo y reparar daños. Por ejemplo, si sufres de una quemadura, tu médico puede emplear un biomaterial, como un injerto dérmico, para asistir al cuerpo en la restauración del tejido dañado, suministrando nutrientes que fomenten el crecimiento celular.
Investigadores han estado examinando la posibilidad de reutilizar placentas —lo que a menudo se descarta tras el parto— como un tipo de biomaterial para regenerar tejidos lesionados. Dado que la placenta es rica en nutrientes y contiene células madre que le confieren propiedades antimicrobianas, antiinflamatorias y regenerativas, es una candidata excepcional para aplicaciones en medicina. Normalmente, cuando el cuerpo se enfrenta a una herida, responde con inflamación, una reacción del sistema inmunológico que busca eliminar estímulos y patógenos perjudiciales, lo que generalmente provoca hinchazón y dolor en la zona afectada.
Lamentablemente, este tipo de inflamación a veces puede volverse incontrolable, causando heridas persistentes y dificultando el proceso de cicatrización. Sin embargo, las biomoléculas activas que se encuentran en la placenta colaboran con el sistema inmunológico para facilitar la reparación al disminuir la inflamación y impedir la formación de cicatrices.
Por ejemplo, las úlceras crónicas que afectan los pies de personas diabéticas son lesiones complicadas que en ocasiones no sanan y pueden resultar en una amputación.
Los investigadores hallaron que al utilizar biomateriales que provienen de la placenta para tratar estas heridas, la tasa de sanación fue 6. 24 veces superior en comparación con los tratamientos tradicionales. Además, se ha demostrado que estos biomateriales a base de placenta pueden disminuir la creación de cicatrices después de una lesión en el corazón.
En mi propia investigación, he utilizado placentas humanas para analizar su funcionamiento en diversas situaciones de reparación de heridas. Puedo obtener una placenta de una paciente voluntaria y eliminar elementos que pudieran afectar la curación, como células, sangre y otros componentes que podrían inducir inflamación.
Posteriormente, puedo emplear el material restante, que se compone principalmente de nutrientes esenciales y la estructura del tejido donde las células residían, para facilitar la reparación de huesos o tendones.
Adicionalmente, las placentas contienen células madre que son valiosas en el campo médico. Estas tienen la capacidad de transformarse en otros tipos de células, lo que es especialmente beneficioso para restaurar órganos de los cuales es complicado obtener células directamente, como el corazón, el hígado o los nervios.
Por ejemplo, las células madre de la placenta pueden ser introducidas en un corazón dañado y transformarse en células cardíacas, contribuyendo así a su reparación.
Asimismo, se han utilizado células madre provenientes de la placenta y del cordón umbilical en tratamientos como el trasplante celular para abordar diversas enfermedades y lesiones.
Investigaciones han revelado que las células madre extraídas de la placenta, al ser trasplantadas en ratas, pueden revertir el Parkinson y prevenir la muerte de neuronas. Estas células también podrían representar una opción más prometedora para terapias de trasplante celular en comparación con las células madre obtenidas de grasa o médula ósea.
En tu piel, no en tu estómago
Por lo tanto, efectivamente, la placenta presenta beneficios reales para la salud. Pero, ¿por qué es más ventajosa como biomaterial que como suplemento o alimento, dejando de lado el sabor?
A diferencia de los productos derivados de la placenta que se ingieren —como cápsulas, carne deshidratada o placenta cruda— los biomateriales han sido evaluados de manera rigurosa para garantizar su seguridad y efectividad. Son procesados en condiciones de laboratorio controladas y, a menudo, se someten a un proceso de esterilización para eliminar bacterias y otros patógenos.
La FDA ha dado su aprobación a distintos biomateriales derivados de la placenta para su uso en el ámbito clínico, abarcando tratamientos para heridas diabéticas, cirugías y sustitución de tejidos.
Por otro lado, las placentas o productos derivados de la placenta que se consumen en el hogar pueden no recibir el tratamiento necesario para eliminar los diversos patógenos perjudiciales que podrían estar presentes durante su transporte.
Adicionalmente, el proceso necesario para hacerlos aptos para el consumo podría afectar sus componentes beneficiosos, lo que aumentaría los riesgos para la salud y disminuiría sus posibles beneficios. Hasta ahora, ningún producto placentario destinado a ser ingerido ha obtenido la autorización de la FDA.
Ingerir placenta no garantiza una mejor salud. Sin embargo, la investigación indica que aplicar un biomaterial de placenta que ha sido procesado en un laboratorio sobre una herida reciente podría favorecer la recuperación y resultar en una piel más suave y sin cicatrices.
Con información de | diariolibre.com
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