Coldplay implementa un show amigable con el planeta, pero provoca «un desmadre» en las emociones del público
Coldplay cruzó con renovadas ilusiones el Atlántico. La banda inglesa está en tierras americanas para intercambiar música por aplausos y amor. En Costa Rica, sus integrantes estamparon sus primeras sonrisas y recibieron las primeras ovaciones en el arranque de una gira de buena vibra y pura vida que este martes 22 tocará territorio dominicano, en el Estadio Olímpico de Santo Domingo.
Al calor de los dominicanos, Chris Martin, Jon Buckland, Guy Berryman y Will Champion derramarán sudores y canciones, y recibirán la ovación de una multitud que se maravillará de su propuesta artística, denominada “Music of the Spheres World Tour”.
El grupo británico conduce al público, como lo hizo durante las noches del viernes y sábado en el Estadio Nacional de San José, donde Listín Diario estuvo presente, a una experiencia formidable, inyectando un frenesí musical que abarca desde el génesis de “Yellow”, de su álbum debut “Parachutes” (año 2000), hasta los temas de su renovado repertorio compilados en el disco “Music of the Spheres”.
Pocos conciertos se ven en la tierra del merengue y la bachata y el dembow con una visual tan espectacular y con una banda premium del pop y el rock internacional, ahora mismo la de mayor potencia.
Es un lujo tener en un escenario a Coldplay, que esta vez en su gira mundial, amigable con el medio ambiente, otorgó a República Dominicana el privilegio de agendar un show por primera vez en sus dos décadas de existencia.
La actual gira la componen 52 espectáculos: 17 en Latinoamérica, 12 en Norteamérica y 23 en Europa.
Además de sus canciones, la “coloratura” y el carisma del vocalista, Chris Martin, el show descansa su magia en los brazos de la fanaticada a través de unas pulseras luminosas que se convierten en la parte alucinante de la noche al ser parte íntegra de cada momento.
La visual del estadio costarricense, con aquellas pulseras de luces led, generaba una conexión sensorial perfecta, única, especial, entre banda y público cada vez que se encendían o cambiaban de colores, según el ritmo, si era pop, rock o balada.
Un largo pasillo en el mismo centro del terreno y que conecta a la tarima principal (que no es techada) hace más cercanos a los cuatro fantásticos músicos. Los presentes tienen en este modelo mejores ángulos para apreciarlos.
Dos grandes pantallas redondas en los extremos y una ovalada detrás de la tarima también contribuyen a apreciar los detalles porque se concentran en los protagonistas y no en rellenarlas de imágenes extras o fuera del escenario.
La combinación musical de Coldplay va como una ola sobre la multitud que por las dos décadas de vigencia ya reúne a dos generaciones, entre adultos y jóvenes. Curiosamente también atraen a niños y muchísimos adolescentes.
La poderosa canción “Higher Power” dio el pistolazo a la carrera de emociones que no para jamás hasta llegar a la meta del éxtasis.
En el camino, la temperatura va subiendo y los músicos llevan al clímax colectivo con una serie de canciones que son marca Coldplay, entre ellas “Feel my Heart”, “Paradise”, “Scientist” y “Viva la vida”.
Por igual, incluye “My Universe”, la sorpresiva grabación junto al grupo coreano BTS.
Uno de los momentos de particular encanto es cuando Martin invita a sus seguidores a apagar los celulares, contemplar cielo lleno de estrellas y cantar con él «A Sky Full Of Stars».
Tanto en Costa Rica como en Santo Domingo la producción es del empresario dominicano Saymon Díaz, quien se paseaba entre la multitud en el estadio tico, comprobando la grandiosidad de la banda y que la logística establecida por él, José Chabebe y todo el equipo de SD Concerts fuera como la planificada.
Para el show del martes 22 en el Estadio Olímpico de Santo Domingo se acondiciona el lugar para unas 33 mil personas.
Lo vivido en Costa Rica es garantía sin dudar de que los asistentes saldrán diciendo: «Valió la pena». Como dijo Chris Martin, quien se forzaba con frecuencia en hablar español machado: se vive «un desmadre».
Medio Ambiente
Lo suyo es un real compromiso con el planeta Tierra y con sus habitantes. Y no sólo lo asumen como discurso reflexivo, como se acostumbra en otros conciertos propagandísticos, sino que van a la acción.
Sus exigencias ya no son aquellas del otrora significado de ser famoso que incluía decenas de botellas de alcohol o agua de determinadas marcas o toallas inexistentes o frutas del otro lado del mundo. Lo suyo es un real compromiso con el planeta Tierra y con sus habitantes.
Para eso piden por contrato una empresa que se encargue del reciclaje de los desperdicios que garantice su promesa de un concierto amigable con el planeta.
Desde el año 2019 implementan un programa que los ayudó a identificar procesos para evitar, reducir y mitigar sus propias emisiones de carbono en los conciertos y eso posibilitará emisiones en un 50% menos en comparación de su gira anterior “A Head Full of Dreams Tour”.
Incluso, un por ciento de lo recaudado en la venta de las boletas irá a varios programas ambientales en diferentes partes del mundo.
Esa parte es innegociable. También lo es su preocupación porque su fanaticada disfrute un show de alto poder artístico, de esos que al final hasta los dubitativos exclamen: “Valió la pena”, que los fanáticos digan: “Yo te lo dije” y que el cantante Chris Martin en su español machacado denomina como “un desmadre”. Así es desde el mismo comienzo de su recorrido como un tren por dos décadas de música.
Fuente: Listin Dario