Con una condena de 30 años, la artesanía y la refrigeración se volvieron su ancla en prisión
Dentro de la prisión de La Victoria, se encuentra Juan (nombre ficticio para resguardar su identidad). Anteriormente, era cabo en la Policía Nacional, vestía su uniforme, patrullaba las calles y seguía órdenes. En la actualidad, una sentencia de 30 años por homicidio ha cambiado de manera irreversible su existencia.
Todo sucedió durante un operativo. Estaba en búsqueda de un individuo con múltiples órdenes de arresto, pero él indica que la situación se tornó incontrolable.
No fue algo planeado ni intencionado. Fue un momento, una reacción impulsiva, un error que hoy lo mantiene tras las rejas.
«Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría. Yo era policía. Es complicado trabajar para el sistema y ser parte de él«, comentó al reflexionar sobre lo que lo trajo a este lugar.
En este momento, con 19 años y cinco meses de condena cumplidos, intenta darle un sentido a su vida en medio del encierro.
Él colabora en el taller de artesanía y refrigeración dentro de la prisión, que es parte de la Escuela Vocacional de las Fuerzas Armadas.
Allí trabaja, enseña y procura no pensar demasiado en lo que queda fuera.
«Uno aquí aprende a vivir enfocado en uno mismo«.
«Me ponía a pensar: hace 19 años yo era esto. Ya mis compañeros han alcanzado su pensión, la mayoría como oficiales, y me digo, qué fuerte”, expresó. No obstante, destacó la oportunidad de transformación, mencionando que, aunque «el cambio es difícil, es necesario adaptarse».
«Uno aquí aprende a vivir enfocado en uno mismo. No dejarse llevar por la desesperación, porque ya se ha perdido mucho«, afirmó.
Para este prisionero, el taller es más que un simple lugar, es un refugio.
Con información de | diariolibre.com
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